“El Estafador de Tinder”: ¿Cómo evitar un engaño o ser víctima de un delito en una app de citas?
Una “mala” cita puede ser desde una conversación monótona, gustos demasiado dispares, cero atracción, etc. Todas posibilidades de un encuentro que nació en una app, pero que no avanzará a nada más. Sin embargo, ¿ser estafado o estafada? Aquello, sin duda, nadie lo espera.
Eso es lo que relata el reciente documental de Netflix, The Tinder Swindler (El Estafador de Tinder). La historia de un hombre que usó la aplicación de citas para vivir una vida de lujos mientras defraudaba a mujeres en toda Europa. Todas perdieron grandes sumas de dinero cuando su propósito era otro: romance.
Sin afán de spoiler, tres de sus víctimas debieron superar la vergüenza y juicio público para denunciar a Simon Leviev en el documental de Netflix. El que se presentó como heredero de un imperio de diamantes, y que luego fue, con cada una al mismo tiempo, novio o mejor amigo, no era más que un engaño.
Se prevé que el mercado mundial de las citas online llegue a casi 3.600 millones de dólares para 2025. La posibilidad de ser víctima de una estafa es real.
“Una cosa está clara: el fraude de las citas es un gran negocio”, menciona Camilo Gutiérrez Amaya, Jefe del Laboratorio de investigación de ESET Latinoamérica. Ocupa el octavo lugar en la lista de los tipos de delitos cibernéticos más reportados en los Estados Unidos, en 2021. “Las estafas románticas ocuparon el segundo lugar en cuanto a pérdidas, permitiendo a los estafadores recaudar más de 600 millones de dólares, cifra que superó los 500 millones de dólares de 2020″, destaca.
Mentiras, fraudes y estafas que en Chile también ocurren en las app de citas. En menor escala a lo que el documental muestra, pero son frecuentes.
Lo saben en la Policía de Investigaciones (PDI). “En la Región Metropolitana hemos recibido varias denuncias y hay varias campañas para que las personas tengan cuidado y sean precavidas en las aplicaciones de citas”, asegura Patricia Rojas, comisaria de la Brigada Investigadora del Cibercrimen de la PDI.
No hay una cifra de cuántos casos son. Pero Rojas aclara que constantemente reciben denuncias. Si de caracterización de víctimas se trata, no hay un solo patrón. “Son hombres, mujeres, de todas las edades y condición económica. Principalmente son personas solas en que su mundo gira en torno a las redes sociales, no interactúan con otros, solo lo hacen de forma virtual”, sostiene.
En PDI admiten que en los últimos cinco años se han hecho más notorias. Algo que también, dice Rojas favoreció la pandemia: “Muchas personas en cuarentena y con el encierro ingresaron por curiosidad a esos sitios, pero fueron víctimas de estafas”.
Demasiada información
¿Cómo ocurre la estafa? La comisaria dice que todo parte cuando al ir avanzando en confianza las personas entregan mucha información. Demasiada.
Datos personales. Nombre completo. Dónde viven. A qué se dedican. Si tienen o no hijos. Pasatiempos, etc. Información que puede permitir, entre otras cosas, que les alteren la identidad.
Son víctimas de phishing o suplantación de identidad a través de perfiles falsos en redes sociales con los cuales el estafador o estafadora pide dinero a amigos y familiares de la víctima. “Inclusive hay momentos en que es tanta la confianza, que les dan a conocer hasta las claves de acceso a cuentas personales”, dice Rojas.
Pero no es el único delito. La comisaria de la PDI dice que también es habitual la extorsión con dinero, por ejemplo, al contar con fotografías de desnudos o íntimas de la víctima. La amenaza es difundirlas en redes sociales, en el trabajo o familiares.
Y no solo de sitios de citas reciben denuncias. También llegan extorsiones que ocurren en páginas de servicios sexuales o de compañía, dice Rojas. Suelen ser hombres los que denuncian. “Acceden a los perfiles de las mujeres y si no concretan nada, pero conversaron, dieron su nombre, dieron su número de teléfono, luego reciben amenazas de personas que trabajan con ellas que les dicen que les deben dinero porque les hicieron perder tiempo”. Los amedrentan con revelar las conversaciones a pareja o esposas. Muchos denuncian, “pero también otros no hacen nada, pagan, pero les vuelven a pedir dinero”.
Lamentablemente, dice Rojas, no es un tema que se hable. “Y ahora por el día de los enamorados, puede que por desconocimiento sean víctimas de estafas”.
Lectura suspicaz
María José Paz Green, psicóloga de Medismart.live explica que cada vez es más común descargar aplicaciones como Tinder para contactar, hablar y conocer a muchas personas, “transformándose en una opción real de encontrar el amor y de socializar con el mundo exterior”.
Con solo un click se puede solicitar una “interacción con alguien”. Y en cosa de minutos está la posibilidad de dialogar con una persona desconocida. Alguien que incluso, dice Green puede vivir a kilómetros de distancia.
Como todo en la vida, estos sitios no son para todas o todos. Así lo indica Camila Valdivia, psicóloga de Psyalive.com. Hay perfiles de personas “comunes y corrientes”, dice como hay otros “sin buenas intenciones”.
En época de confinamiento fueron un gran aliado. Permitían generar conexiones rápidas y sensación de compañía. Fue el espacio dice, Valdivia para tener a alguien con quien conversar, que da atención y “con la que esperaba concretar un encuentro real cuando ´todo vuelva a la normalidad´”. Algo que si bien puede ser de ayuda en momentos de soledad, “es importante primero cuestionarnos y preguntarnos qué nos motiva a entrar a ese lugar. Soledad, buscar ´el amor´, diversión, una cita casual, etc.”.
Por eso es importante al interactuar tomar medidas de autocuidado. “No debes tener miedo de solicitarle información personal a la otra persona, siempre debes realizar preguntas que te entreguen seguridad de que la persona que estás conociendo es un perfil real”, apunta Green.
“Hay que ser muy precavidos”, agrega Rojas. En especial tomar precauciones a la hora de avanzar en cercanía. Recomendaciones sencillas dice, son analizar el perfil de la persona con la que se interactúa. “Se puede googlear a la persona para revisar si la han funado ya sea por estafa o por acoso”, aconseja junto con atender señales cómo la forma en que se expresa, o si pide muchas fotos.
Detalles personales e información, darlos solo cuando hay confianza y más seguridad. Nunca entregar el nombre completo en las primeras comunicaciones, aconseja la comisaria de la PDI. Tampoco la dirección, ni el número de teléfono, dirección de trabajo, ni detallar rutinas diarias. En el caso de ser padre o madre, limitar la información sobre hijos en el perfil y evita compartir detalles como sus nombres, a qué colegio van o cuántos años tienen o si son niño o niña.
Para el especialista en ciberseguridad de ESET, Camilo Gutiérrez si bien no suena romántico, es aconsejable realizar una búsqueda inversa de la foto de perfil, por ejemplo, con Google Images) para ver si coincide con otros nombres o detalles y de esta manera averiguar si es una imagen robada. “Buscar su nombre y otros detalles para ver si la historia de vida de la persona coincide con la información en Internet”.
“Siempre preferir seguir la conversación en la app”, recomienda Rojas. Esperar a que exista más certeza para dar la conversación a mensajes SMS, aplicaciones de mensajes, correos electrónicos o llamadas directas por teléfono.
Es lo que Romina León, psicóloga de Cetep llama tener una lectura “suspicaz” de todo lo que el perfil explicite. No es entrar en paranoia. Pero sí al menos tomar ciertas precauciones, “considerando los riesgos que se corren al establecer una relación con alguien desconocido”.
No se puede confiar. Se puede apostar a que sea una buena experiencia, dice León, pero siempre partir de la base de que es un desconocido: “Es preferible mantener una actitud suspicaz, aunque no se lo comuniques permanentemente al otro. Esto quiere decir que se deben considerar los riesgos al aceptar invitaciones y tomar decisiones”.
Para un observador externo, puede tratarse de situaciones obvias, hasta fáciles de detectar. Pero tal cómo Rojas indica, el engaño no se da de inmediato. “Primero se genera el vínculo emocional y de a poco se gana la confianza para que le entregue mucha información, que lo hacen blanco fácil de ciberdelitos”.
Para quien pasa por inestabilidad emocional, es muy probable dice Valdivia “que no pueda ver las señales que le envía esa pantalla y se pueda poner en riesgo”. Es probable que se bloquee y limite la percepción. Por ejemplo, indica “solo verá su foto y se fijará en sus rasgos físicos, pero no estará atenta o atento a si hay Photoshop, o detalles que pudieran dar señales de un engaño, desde ese espacio quizá no va a preguntar cosas que preguntaría normalmente e incluso podría estar mucho más propensa o propenso a ser engañada o engañada o dado que no está actuando desde la conciencia total de su ser”.
Citas seguras
Al momento de concertar una cita preferir lugares públicos. León también aconseja poner en aviso a alguna persona de confianza “y concertar un llamado telefónico SOS que permita liberarse en caso necesario de una cita desagradable”.
Y si se avanza en la relación también puede ser útil conocer al círculo social y familiar de la persona, “y contrastar el relato en la cotidianidad como la ocupación, actividades recreativas, deporte, etc.”, indica León.
Los riesgos también pueden darse en otro espacio, dicen las especialistas. No se trata de rechazar la posibilidad que estos sitios ofrecen. Más bien es saber ocuparlas.
En tiempos de globalización y tecnología, parece inevitable recurrir a esas herramientas en ciertos casos, dice León. “Habitualmente el amor se puede volver esquivo en el círculo social inmediato y parece absurdo ignorar la oportunidad que estos sitios nos ofrecen. Así como todos hemos escuchado historias nefastas de sorpresas y desastres, algunas más otras menos dramáticas, también muchos conocemos grandes historias de amor que partieron de una cita por una app”.
Abren un amplio espectro social de oportunidades de relación al que no se podría acceder por contacto directo. “La gran desventaja es el riesgo que implica iniciar una relación con un desconocido que cuenta con una plataforma para engañar fácilmente y eventualmente estafar o hacer daño”, aclara León.
Si el engaño ocurre, desde la PDI recomiendan tener la mayor cantidad de datos de la otra persona. Capturas del perfil con el nombre en que aparece en la app. Número de teléfono, etc. Toda información es útil. “Analizamos los perfiles y hacemos solicitudes internacionalmente para saber el nombre”, dice Rojas sobre un proceso en que la PDI se contacta con los administradores de esas plataformas.
“Con los datos técnicos que nos dan desde las app hacemos cruces de información y llegamos a la persona. Por eso, lo ideal es que traten de mantener la comunicación solo en estos sitios. Pero suele ocurrir que los invitan a cambiarse a Whatsapp y se pierde el seguimiento o la posibilidad de hacer esa búsqueda más exhaustiva”, advierte la comisaria.
Pese al mal rato e incluso vergüenza, desde la PDI llaman a denunciar. También a conversar sobre esto. “Que sea tema de discusión entre amigos, para que las personas puedan tener noción en caso de que ocurra y hacer la denuncia. No quedarse con la mala experiencia, no sirve de nada. Hoy sabemos que hay una cifra negra. No sabemos la real cantidad de personas que lo sufren, que incluso no denuncian temor a una venganza o miedo”.